
En definitiva: no importa tanto el proceso de elaboración de un plato como las emociones que provoca en la persona que lo come. Y esto me ha hecho pensar: ¿sucede lo mismo en el campo de la comunicación? Y creo que sí: no importa tanto cómo se elabora el mensaje o la marca, por ejemplo, como las emociones que despierta en el público. Emociones, muchas veces las grandes olvidadas. Nos concentramos tanto en las palabras, en el mensaje, en el tono, que nos olvidamos de que lo realmente importante es lo que provoca en el consumidor, ya sea placer, amor incondicional, hastío o repugnancia (intentando que esta emoción vaya acorde con lo que queremos transmitir).
Sin embargo, esto podría llevar a pensar que "todo vale", y no lo creo. Existe una ética y el fin no justifica los medios; no a cualquier precio. A estas alturas del post, alguien puede estar pensando aquello de "ojos que no ven, corazón que no siente". Pero cuidado, que cada vez hay más ojos viendo, en la era 2.0 y del conocimiento compartido. Si no quieres que algo se sepa, no lo hagas.
Más información:
- Sobre "Cómo cocinar tu marca" (Joan Jiménez).
- Sobre el papel de las emociones en la comunicación (Antonio Monerris).
1 comentario:
Cristina:
Creo que no todo debe pasar por las emociones en la comunicación, sino se tornaría sólo efectista. Hay momentos para dirigirnos a la razón y otras al corazón o el estómago. Estar atento al receptor o interlocutor y al entorno o situaciones.
Sigo siempre tu blog. Gracias!
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